Clases de solfeo

Tenemos una inmensa suerte. La Solfónica es un grupo humano en el que priman los valores que hacen que la vida humana merezca la pena: la generosidad, la creatividad o la solidaridad, por ejemplo. Son valores que se pregonan, como dice Christian Felber en su economía del bien común, en las constituciones de prácticamente todos los países y que, sin embargo, se conculcan en la vida real de nuestras sociedades, tan tremendamente competitivas. Nuestros objetivos están situados en el polo opuesto de una entidad económicamente competitiva: no perseguimos el beneficio y conceptos como productividad, valor añadido o rentabilidad de la inversión nos resultan ajenos. Hay gente magnífica en la Solfónica, que ponen lo mejor de si mismos al servicio del proyecto colectivo.

Pongamos un ejemplo: las clases de solfeo. Con el objetivo de mejorar el desempeño musical del grupo y de optimizar el tiempo necesario para asumir un nuevo tema, varias personas nos enseñan el lenguaje musical. Las clases deben empezar desde lo más básico, porque la mayoría de los componentes de la Solfónica no somos músicos profesionales y la mayoría de nosotros carecemos de formación musical previa, aunque sí una fuerte inclinación hacia la música. Y ahí está Daniel, con su optimismo, tratando de ejercitarnos en la lectura del pentagrama. Y también Mariángeles, con su dedicación, preparando sus ejercicios con el ordenador y el piano.

Clase de solfeo de la Solfónica from Luis Gonzalez on Vimeo.

Para organizar las clases de solfeo hay que hacer compatibles las agendas y el tiempo disponible de un conjunto tan variado de personas, lo que nos obliga a hacer malabares para encontrar huecos en nuestros fines de semana. Por otra parte, la situación política y económica es tan convulsa que nos obliga a estar en la calle a menudo, alterando nuestros planes de formación. Pero ahí están las clases de solfeo, que poquito a poco van consiguiendo que leamos una partitura con un poco más de soltura que antes. Gracias, Daniel. Gracias, Mariángeles.